María Magdalena fue testigo del perdón, la transformación y la fidelidad hasta el final.
Según los Evangelios, Jesús la liberó de siete demonios, y desde entonces lo siguió sin volver la vista atrás. Mientras otros apóstoles huyeron por miedo, ella permaneció firme junto a la cruz.
Fue la primera en llegar al sepulcro y la primera testigo de la Resurrección.
Su nombre significa “la que es elevada, la torre”, y su vida representa eso: una mujer que fue levantada del abismo por el amor de Cristo y se convirtió en mensajera de la esperanza.
María Magdalena no necesitó poder ni título. Su fuerza estaba en la constancia, en el llanto sincero y en su presencia en el momento más oscuro.
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